domingo, 18 de enero de 2015

Gasto y más gasto, no hay austeridad.


Como ya hiciera en un artículo anterior, voy hablar de la austeridad, pero no observando la deuda, sino por el lado del gasto y algunas de sus partidas principales que conforman el grueso del gasto total del Estado. Vamos  a ver como ha sido la dinámica y tendencia de los gastos para ver si realmente estamos conteniendo los gastos de manera adaptativa al ciclo económico en el que estamos inmerso, es decir, si están obrando de manera austera en la gestión presupuestaria para poder salir de la crisis.



Fuente: Comisión Europea


















Lo primero que podemos observar es el aumento del gasto total y en concreto sus partidas -excepto la formación de capital fijo-  desde el comienzo de la crisis con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Las dos partidas mas grandes dentro el gasto total son los beneficios sociales y el gasto en consumo final del Estado. Y son estas principalmente las que ocasionan el aumento del gasto público desde el 2008 ,y a partir del 2011 también ocasiona esa subida los gasto en el pago de intereses debido al aumento de la prima de riesgo, pero tampoco es una partida muy relevante en el caso español.

Decir que es normal que a medida que la crisis va afectando con mayor fuerza en la economía, la partida de beneficios sociales se dispare por el aumento de prestaciones a desempleados u otras necesidades sociales que aparecen en momentos de economías recesivas. Lo que no es tan normal es que se hable de austeridad en el gobierno central y halla recortes, pero que el gasto en el consumo final sea mas abultado después de la crisis que antes, suponiendo prácticamente el 50% del gasto total. Al fin y al cabo debe de ser el tamaño del Estado el primero en ajustarse ante el comienzo de crisis económicas, y no que estemos los ciudadanos manteniendo el entramado estatal, que ocasiona  subidas de impuestos que dicho entramado de gasto improductivo necesita para poder mantenerse.

Tenemos unos de los Estados mas intervencionistas, suponiendo un 40 % de la economía que debe ser financiado por las desorbitantes tasas impositivas que de manera coactiva nos imponen a pagar. Es decir, que de austeros el Estado español tiene poco, además de que su gestión económica esta siendo un total fracaso que supone a la sociedad un escollo para recuperarse. Entonces una vez demostrado que su gestión del dinero de los contribuyentes ha sido un fiasco, deben devolver dicha gestión a los ciudadanos que de manera libre deben de elegir como gestionar la crisis, pues son al fin y al cabo los que puedan tener más información que un Estado centralista que dictamina con arbitrariedad y antojo.

Lo que no puede ser es que el ciudadano se ajuste a la crisis y que el Estado no consiga reducir en lo mas mínimo su gasto. Cuando realmente el Estado se reduzca, conseguiremos abrir más caminos y oportunidades para que la sociedad prospere con absoluta libertad,  pues los Estados tienden a crecer y con ello a imponer sus criterios conforme a la ideología del partido político de turno.

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