De todos es sabido que el problema laboral es hoy por hoy el mayor problema al que se somete el gobierno central, un problema que tiene que atajar y que por lo que parece no encuentra el modo de conseguirlo. La reforma laboral no está consiguiendo los resultados deseados, empero, es verdad que en este 2014 se han creado puestos de trabajo, aunque las condiciones no son las más óptimas.
El problema de España es de competitividad, en un entorno de
estancamiento que no ayuda a relanzar a los países hacia una tendencia sólida
de crecimiento sostenido y de creación de empleo suficiente como para suavizar
el descontento colectivo en el que esta sumida la población.
El hecho de que formemos parte de la Unión Europea y más
concretamente de la Zona Euro, es la
perdida de políticas monetarias con las que volver más competitivo el producto
nacional por la vía de los tipos de cambio, que en nuestro caso, no sirve de nada por el efecto moneda -75% exportaciones en la Unión Europea, de ahí el 50% a la zona euro- o el uso de la oferta monetaria con
las que inundar o no el sistema de moneda,aunque este tipo de políticas no son
del todo efectivas. Ante este inconveniente el gobierno central ha decidido
llevar a cabo una devaluación interna mediante la rebaja de los salarios con lo
que el coste laboral se ve reducido y los empresarios pueden volver a contratar
y vender más debido a la rebaja de los costes unitarios de producción. Pero si
esto no va unido con una bajada de los impuestos a las empresas y bajadas de las cotizaciones a la seguridad social- que en nuestro país son de
las más altas de OCDE-, lo que ocasiona es que nuestros costes laborales unitarios sean muy altos, no produciendo un cambio significativo en la contratación, y las expectativas negativas seguirán bloqueando la iniciativa a la creación de empleo.
Por lo que parece, buscar la competitividad mediante la
rebaja salarial no ha sido la panacea para destacar entre el resto, mientras se
deja a un lado el fomento de la productividad. La siguiente fórmula es simple y
muy básica:
Lo que dice esta fórmula es que conseguir un incremento de
la competitividad se puede hacer rebajando los salarios, aumentando la
productividad de los factores o ambas. España ha optado únicamente por la
rebaja de los salarios manteniendo la productividad inalterada. A mi juicio parece un completo error no dedicarle recursos
al aumento de la productividad, los trabajadores no tienen los medios
suficientes para aumentar la competitividad, el stock de capital fijo se ve
reducido y no se invierte en renovarlo. Es cierto que esto último debe de ser
decisión de la empresa privada que no se decide a invertir pues las
expectativas de recuperación de la demanda y del retorno de capital en
beneficios después de invertir son bajas y la incertidumbre lastra esta
situación. Aquí es donde el Estado que nos “protege” debe de quitar barreras a
la inversión rebajando trámites burocráticos, haciendo atractiva la inversión y
reestructurando un estado hipertrofiado que solo genera gasto y déficit y que reduce la capacidad adquisitiva del
ciudadano con estas políticas de “austeridad” que son de todo menos austeras. Más
bien se podría decir que son políticas de subsidio que mantienen sectores
empresariales con el dinero de todos cuando no son competitivos y no lo van a
ser, por ejemplo la minería.
Si no se crea un entorno favorable al aumento de
productividad, será imposible el aumento de la competitividad que viene
acompañado de aumentos salariales.
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